domingo, 21 de septiembre de 2014

TREPANDO ENTRE LA TORMENTA.

Observo como la brisa de la tormenta convierte el árbol del patio vecino en arco, sin embargo, sentada en un borde y mirando lejos, me doy cuenta como un joven trepa cual Tarzán de un árbol a otro, su habilidad para saltar delata la experiencia, mi mama esquizofrénica, intenta que la escuche entre trueno y trueno, -mira tu a ese pela´o, buscando que un rayo lo parte en dos!, su voz se difumina con el escándalo que  producen las enormes e infinitas gotas de agua cayendo desde el techo, noto lo paradójico de la situación, un sentimiento de culpabilidad me invade, sentada en el bordillo, descalza y con frío, relaciono la situación con una que hace poco viví, cubriendo una noticia durante las infernales y casi que a mi parecer apocalípticas épocas de Junio, mientras la van de periodistas nos dejaba en la entrada de un barrio desconocido, ese particular y ya reconocido bullicio escuché, los niños de la escuela rodeaban un par de cantantes que hace un tiempo fueron reconocidos, - '...amigos especiales, tu sales conmigo y solo somos amigos...', ahora sin tarima y con un micrófono conectado a un simple amplificador, ellos esfuerzan sus gargantas e intentan no caerse entre el tumulto, analizo el panorama, la elegante directora de responsabilidad social sonríe, aplaude fuera de ritmo y con más fuerza a medida que nos acercamos, noto que todo esta a punto de comenzar, las mismas ridículas preguntas por parte de nosotros, las mismas auto alabanzas pro corporativas y el mismo refrigerio ejecutivo, un calor sofocante se interna bajo mi cuello, torso y brazos, típico de esta ciudad y especialmente en las horas laborales, mientras abordamos a nuestro personaje, un mundo intrínseco se adueña de mi cuestionario, y sin dejarme pronunciar una sola palabra, dejo que mi grabadora haga lo suyo a costa de colegas, elevo mi mente a otro estado, el caos es atemorizador, chorros de niños se esparcen por todo el patio del colegio, unos devoran el buffet, mientras  el resto acapara a los reggetoneros sin dejarlos si quiera respirar, un tumulto de periodistas intenta sensacionalizar la buena obra y la honorable señora sucumbe a sus anchas, adulando su proeza.
Ahora todo tiene sentido, aquel caluroso día, es igual que hoy, siento que mis compañeros y yo, somos como que ese Tarzán, intentando trepar y usar como escalón aquellos pomposos árboles que a pesar del fuerte clima, no se doblegan del todo, y en últimas no tiene ningún sentido productivo realizar tamañas acrobacias, teniendo a la tormenta como el escenario perfecto para usar, así mismo, una ciudad mortificada intenta prevenir a constantes gritos la situación que los carcome, pero nadie, ni siquiera quien de cerca observa el hecho, se atreve a criticar o prevenir al que lo experimenta, vaya, que alejada de la realidad estaba, aún cuando de ella me encontraba empapada. 

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